Intervención y cabreo: pan para hoy, hambre para mañana


La supresión de la paga extra pilla a tres cuartos de millón de maestros y profesores de semivacaciones, liquidado el curso escolar en la primera semana de julio. Los que estén ya en lo más profundo de la selva amazónica, sin internet ni teléfono, llegarán el 1 de septiembre para encontrarse con una rebaja salarial del 7%, repercutida en la paga de navidad, con un horario inflado, con los alumnos amontonados en las aulas y el IVA recrudecido en los supermercados y las tiendas (amén de la supresión del sueldito Nescafé que era desgravación por la hipoteca, aquellos que la tuvieran o tuviesen).

Es muy problable que entre el mes de septiembre y diciembre se colme el vaso de la paciencia de muchos: no hay recortes para la iglesia católica, los toros siguen con el IVA reducido, a los bancos se les sigue rescatando (no queda otra) y la impunidad de muchos grandes culpables sigue asegurada por la doble vía de la telaraña judicial y los indultos de última hora. Mientras, se intenta en vano provocar un poco de inflación y un aumento de la recaudación por el viejo método de hacer crecer los precios en origen (subida del IVA, la energía, las tasas, las multas, etc). Todo en vano si los salarios merman: el desplome del consumo está asegurado y la depresión económica seguirá su siniestro paso al compás de los recortes y el desmantelamiento del edificio asistencial español (el burocrático sigue intacto).

Las medidas adoptadas no tendrán ningún efecto, porque no son estructurales, no atacan la raíz del problema ni proponen una solución ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo, cercenan la capacidad de inversión de consumidores y autónomos, abocan a muchos parados a una situación límite e impactan directamente en los precios de los productos más básicos (pues a ellos se va a trasladar parte de la subida del IVA, se quiera o no). Es previsible que mucho dinero deje de circular, desapareciendo el efecto multiplicador. La financiación está completamente seca y pronto algunas administraciones no tendrán dinero para pagar las nóminas de los pocos empleados que quedan. Es una huida hacia adelante, a ver si llegamos al siguiente tramo del rescate. Pan para hoy, hambre para mañana. Cortoplacismo en estado puro.

Queda por ver si el orden público va a sufrir los mismos recortes. Por lo sucedido en los últimos días no parece haber muchas dudas al respecto.